En los tiempos que corren, en plena pandemia mundial por coronavirus, el mundo de las bodas en principio se frenó por completo y de a poco empezó a mutar a ceremonias via streaming con los invitados vestidos de gala detrás de la pantalla pudiendo integrar a mucha gente, que quizás en otro momento tampoco habrían podido participar por las distancias o las condiciones personales.
A casi 1 año del comienzo de la cuarentena preventiva y con todas las restricciones propias de cada ciudad, en Bariloche volvieron las consultas y solicitud de presupuestos, lo que genera una sensación de esperanza y gratitud. Por el momento, las bodas tuvieron que replantearse con otra estructura, ya que aún no se permiten las tandas de baile... ya no hay vals ni cuarteto, por ejemplo.
Muchos eligen ceremonias personalizadas con una gran decoración, un paisaje soñado natural y la presencia de los mas allegados... ya no más invitar a los amigos de la familia por conveniencia o apariencia (que lo sigan por vivo en Instagram) estamos volviendo a lo auténtico y eso, a mi me gusta.
Livings espaciados, almuerzos sin finger food, ni cascadas de chocolate, alcohol en gel por doquier, tapabocas con diseño de autor
y el distanciamiento de 2 metros entre las personas, que creo culturalmente, es lo que más nos cuesta.
Muchas tradiciones han quedado relegadas, y aunque se puedan volver a hacer en el futuro, las bodas actuales deben desistir de ellas.
Por eso, creo que hay que cambiar el chip de cero. Barajar y dar de nuevo y repensar el casamiento con el que soñamos o que casi habíamos terminado de organizar. Nuevas opciones, nuevas propuestas, diferentes, mas intimas pero rodeadas del amor más lindo y puro de querer compartir esta unión con el amor de tu vida y todos los que realmente queremos que nos acompañen.
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